Nunca os conocí, un llamado a la sinceridad y al servicio cristiano genuino

En Mateo 7:21-23, Jesús pronuncia una de las declaraciones más solemnes del evangelio: 


"No todo el que me dice: ‘Señor, Señor’ entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?’ Entonces les declararé: ‘Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad’."


Este pasaje es una advertencia contundente contra la hipocresía y el formalismo religioso, y a la vez una exhortación para que los cristianos vivan su fe con autenticidad, amor y obediencia a los mandamientos de Dios, especialmente en cuanto a ayudar a los más necesitados. Jesús no está impresionado por las apariencias de religiosidad; lo que realmente valora es la obediencia sincera y la compasión motivada por el amor a Dios y al prójimo.


La Hipocresía Religiosa: Un Obstáculo para el Reino


En esta enseñanza, Jesús describe a personas que realizan grandes obras en su nombre, como profetizar, hacer milagros y expulsar demonios. Sin embargo, les reprocha que, a pesar de sus acciones externas, sus corazones estaban lejos de Él. Estas personas estaban más interesadas en obtener reconocimiento o mostrar poder que en obedecer verdaderamente a Dios. Su religión era superficial y estaba basada en apariencias, no en una relación genuina con Cristo.


Esta advertencia es especialmente relevante hoy en día, cuando en ciertos círculos religiosos todavía prevalece la hipocresía. Algunos líderes y creyentes dan más importancia a rituales, programas, y exhibiciones públicas de espiritualidad que al amor práctico hacia el prójimo. Sin embargo, Jesús dejó claro que el verdadero cristianismo no consiste en impresionar a otros con grandes obras, sino en reflejar su carácter en nuestras vidas diarias. La hipocresía no solo deshonra a Dios, sino que también aleja a las personas de la fe.


Un Llamado a la Obediencia y la Compasión


Jesús conecta la verdadera fe con la acción. En Mateo 25:31-46, en la parábola del juicio de las naciones, Él elogia a los que alimentaron al hambriento, vistieron al desnudo y visitaron a los encarcelados, diciendo: 


"En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis."


Este pasaje refleja la esencia de lo que significa hacer la voluntad de Dios: mostrar misericordia, compasión y amor hacia los más vulnerables. La fe genuina no puede separarse de la obediencia a este mandato.


La Escritura también advierte contra ayudar con motivaciones incorrectas. En 1 Corintios 13:3, Pablo señala que aun si alguien da todos sus bienes a los pobres, pero no lo hace por amor, de nada sirve. Esto subraya que nuestras acciones deben estar impulsadas por una relación sincera con Dios y un deseo de glorificarlo, no por orgullo o búsqueda de reconocimiento.


El Mandato de Ayudar a los Más Necesitados


La Biblia está llena de exhortaciones para que los creyentes ayuden a quienes están en necesidad. En Proverbios 19:17, se afirma: *"El que da al pobre presta a Jehová, y Él se lo recompensará."* Santiago 1:27 describe la religión pura como atender a los huérfanos y las viudas en sus tribulaciones, mientras que en Isaías 58, Dios reprende al pueblo por su ayuno hipócrita, exhortándolos a soltar las cargas de opresión y a compartir su pan con el hambriento.


Jesús mismo modeló este mandamiento en su ministerio terrenal. Se acercó a los marginados, sanó a los enfermos, alimentó a las multitudes y se identificó con los pobres y oprimidos. Él enseñó que el servicio al prójimo es una expresión del amor hacia Dios, y es una responsabilidad que todos los cristianos deben asumir con gozo y humildad.


Reflexión Final para los Cristianos de Hoy


Las palabras de Jesús en Mateo 7:23 son un recordatorio solemne para examinar nuestras vidas y asegurarnos de que nuestra fe sea genuina. No basta con proclamar a Jesús como Señor; debemos obedecerlo de corazón y reflejar su amor en nuestras acciones. Como creyentes, estamos llamados a ser luz en el mundo, ayudando a los necesitados con sinceridad, compasión y humildad, sabiendo que lo que hacemos es un mandato de Dios y una oportunidad para glorificarlo.


En lugar de buscar reconocimiento o cumplir con un deber religioso superficial, debemos recordar que cada acto de servicio al prójimo es una manera de servir a Cristo mismo. Ayudar al necesitado no es una opción, sino una parte integral de lo que significa seguir a Jesús. Solo entonces podremos escuchar aquellas palabras que todo cristiano anhela: *"Bien, buen siervo y fiel... entra en el gozo de tu Señor" (Mateo 25:21).*

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